“El Ecuador es una identidad que todavía no existe,
se está forjando”
La identidad es una construcción de identidades personales, esto es el producto de una vida y
de una personalidad que se forja en un contexto histórico y geográfico. Hay varios ingredientes
que se mezclan y que conforman la identidad de una persona. Tenemos múltiples identidades,
son procesos que se cruzan y que son paralelos, incluso algunos anudan otros. Entonces en
toda la vida uno está construyendo su identidad personal pero con posibilidades de revisar,
cambiar, adaptarse a otros medios y desarrollar varias identidades. Por ejemplo, uno puede
pertenecer a la identidad de un pueblo, de una cultura y además tener otra identidad
perteneciendo a una subcultura. Cada nación tiene sus ideas propias y su historia. Es
importante tener una plataforma común para que la gente sepa por qué convive, pero no creo
un individuo necesite de una identidad nacional para tener una propia. Entonces, el ingrediente
local, geográfico, histórico que pertenece a una nación no es sino una de las líneas de la
identidad que uno se va construyendo durante la vida.
No es identidad ecuatoriana todo ese patrioterismo, con las imágenes, las utopías y las figuras
de una tradición militar, que ellos, desde la independencia, tratan de imponer y de mantener en
la sociedad ecuatoriana. Todas estas falsas figuras, que son cultivadas en las escuelas, en la
sociedad y en las fiestas, son absurdas. Es increíble que la mayor fiesta de este país sea una
batalla, la Batalla de Pichincha o la del Carchi.
El Ecuador es una de las pocas Repúblicas nuevas, que surgen del ocaso del imperio español,
que cambia su nombre, esto ha sido identidad de “Quito”, se llamaba “El Quito”, y no sólo la
ciudad, sino la Real Audiencia de Quito. Mientras el Perú o Argentina se quedan con el mismo
nombre, Ecuador toma el nombre de una línea geográfica, lo que es poco para construir, sobre
una línea, una identidad.
Sin embargo, casi 200 años después de la independencia, se han ido construyendo cosas
nuevas. Es bastante, tal vez no suficiente, que uno ya tenga una identidad basada en esta
realidad político social, que es hoy en día el Ecuador. Hay una serie de factores históricos que
nos ayudan, por ejemplo el que un general venezolano que se separa de Colombia se para aquí
para fundar una nación nueva, o más recientemente, la imaginación era “esto no es, hay más,
nos han quitado pero eso era nuestro”. Entonces con la conclusión de la disputa territorial se ha
dado un paso importante, porque finalmente decimos “esto es, no hay más”.
Otro ingrediente en esta identidad que se está forjando es todo el conocimiento incipiente del
pasado. Este interés por realizar estudios arqueológicos y etnohistóricos es nuevo, no tiene más
de 50 años. Sin embargo este pasado enorme de cinco, seis, siete mil años todavía tiene
problemas para infiltrarse en la conciencia común como una parte constituyente de esta
identidad nacional.
matías 67, suizo, antropólogo
Un elemento importante, que recién se ha empezado a trabajar desde 1991, es toda la parte
cultural indígena: sus tradiciones, sus conocimientos, sus sabidurías, su vivir, su organización
social y su actualidad. Esto no sólo que ha estado olvidado o descuidado sino que ha estado
afuera, excluido.
Además no hay como olvidar que la quinta parte de la población ecuatoriana no vive en su país.
Esto indica que hay todo un proceso que se está forjando donde algunas cosas hasta aquí han
quedado afuera y deben comenzar a entrar.
Entonces, esta identidad no existe, no está ya hecha, en general, para todos, como una
identidad de nación. Está fuertemente hipotecada por el imaginario militar que nos está
estorbando e impidiendo el retomar este tema con frescura. En efecto es constante la
avalancha militar de contenidos superficiales y reciclados del s. XIX que se nos presentan como
la esencia de nuestra identidad sin serlo, sin tener nada que ver con nosotros, pues lo que sí
tiene que ver con nosotros es que uno vive en un país con una tal heterogeneidad geográfica
que las dos ciudades más grandes, Guayaquil y Quito, parecen ser dos mundos distintos, los
abismos geográficos, psicológicos y de entendimiento que también son elementos de esta
construcción de la identidad ecuatoriana.
Este país solo tiene 100 años de estar conectado al mundo, esto es muy poco todavía. Su
identidad continúa forjándose…
matías 67, suizo, antropólogo
“hay varios Ecuador, no hay uno solo”
En el Ecuador hay varios Ecuador, no hay uno solo, hay diferentes cortes en un país donde hay
gente diferente, que se debe tratar de identificarla por otras razones y no por su apariencia
física. Hay muchas formas de ser ecuatoriano, y hay muchos tipos de ecuatorianos. Lo
importante es “sentirse” de un lugar, y, para sentirse parte de un lugar, hay que sentirse
cómodo, libre, tranquilo, con opción de ganar dinero, etc.
Debemos comprender que existen procesos de recirculación masivas e históricas que van
produciendo diferentes resultados, así, los ecuatorianos pueden ser producto de la venida de un
emigrante extranjero, así como un ecuatoriano puede tener hijos en otro país, y que serán de
ese lugar por nacimiento, etc. pero yendo más lejos en su descripción podemos decir que el
ecuatoriano tiene como características positivas el ser honrado y trabajador; y como negativas
el ser despreocupado por su preparación.
Los ecuatorianos no se han dado cuenta que el mundo no empieza y termina en el Ecuador,
muchas veces creen que están solos en el mundo; ejemplo de esto son frases populares falsas
como: tenemos el mejor mango, la mejor piña y el segundo mejor himno nacional del mundo. No
se da cuenta que solamente en América Latina es el último país, por muchas razones. Entonces
de lo que se trata es de tener conciencia de nuestra verdadera realidad para no perder la
dimensión de las cosas. Este es un país pequeño, lindo, y nosotros nos hemos encargado de
dañar muchas de sus cosas, pero que no es y no tiene por qué ser la maravilla del planeta
tierra.
Las diferencias entre los ecuatorianos están marcadas por la manera de hacer las cosas.
Cuando llega el otro se adoptan y se transmiten ciertas maneras de ser. En el caso del
guayaquileño, adoptó la actividad comercial y dentro de esta desarrolló una actitud propia que
es el afán de tratar de hacer las cosas muy rápido, a corto plazo, tomar decisiones rápidas en
función de negocios a corto plazo: la famosa “compra-venta”.
Centrándonos en las dicotomías entre Quito y Guayaquil, para intentar definir al guayaquileño,
podemos decir que en Quito son menos francos y en Guayaquil más, sus formas de
comercializar son diferentes. El quiteño es más solidario y más reservado que el guayaquileño.
El guayaquileño ha comenzado a sentir que su ciudad ha mejorado y vale la pena vivir en ella,
esta percepción no es necesariamente para el resto del país, se siente ecuatoriano a partir de
su ciudad. Así, el guayaquileño es más anfitrión que huésped.
Los valores principales del guayaquileño son la franqueza (el decir las cosas como le parecen),
la creatividad (la dedicación intensa a intentar sobrevivir por su propio esfuerzo haciendo lo que
sea, todo vale), la espontaneidad y el ser trabajador. Sus valores negativos son: la indiferencia,
el descuido y el inmediatismo. Lo mejor y lo peor de Guayaquil es su gente.
antonio 67, huayaquileó, abogado
“La mujer es más agresiva y decidida
en la conquista de sus objetivos”
Sí creo que existimos como pueblo, pues tenemos un lugar en la geografía latinoamericana y en
el contexto mundial, pertenecemos a un país y a una nacionalidad. En efecto, el ecuatoriano
responde a características definidas de acuerdo a su ubicación geográfica y a su procedencia. El
“nosotros” se afianza en el haber nacido en el mismo territorio, sin embargo, no creo que haya
intereses que nos unan y que nos hagan tener los mismos objetivos, por lo tanto no creo que
haya una visión de país.
Nuestras diferencias regionales son latentes, creo que el hombre de la costa tiene una
conducta propia, una forma de ser y de reaccionar ante la vida diferente a la del serrano y a la
de la gente del oriente, aunque no sabría cómo definir a la gente del oriente; creo que esa
sección del país se desarrolló alejada del contexto nacional, y, por diferentes razones, ha sido
una de las zonas más olvidadas y relegadas del país. Con esto no digo que no formen parte de
la identidad del país sino que no se tiene una definición muy clara de cómo son.
El hombre de la costa es emprendedor, el comercio es un constante en él, también es más
agresivo, más directo y más machista. El hombre de la sierra es más dado a la cultura y a la
parte intelectual.
Refiriéndome a la mujer específicamente puedo decir que su actitud en la actualidad es más
optimista y valiente, es decidida y capaz de llevar las cosas sola. Veo a los hombres estancados.
Muchas veces los igualamos y otras los superamos….
La mujer es más agresiva y decidida en la conquista de sus objetivos y eso le va ha permitir
ocupar espacios relegados hasta ahora, esto es cuestión de tiempo. Incluso veo que la mujer
hoy en día se atreve a ser infiel, a tener una relación dentro del matrimonio. Y en el caso de que
un matrimonio fracase es la mujer la que se decide a poner un punto final. Eso, bien o mal, es
un avance porque la mujer se sabe capaz de llevar adelante económicamente a su hogar, de
tener trabajo y de tener proyecciones en su carrera por sí misma. La mujer debe tener objetivos
y pensamientos independientes y ya no sólo como mamá, o como esposa o como pareja, es
decir, tener objetivos de llegar a alguna parte y de contribuir. En esta línea hay grupos de
mujeres liberales que poco a poco van aumentando. Todavía no tenemos una sociedad
femenina que tenga objetivos propios, pero esto va creciendo con gran éxito. Este fenómeno de
expansión y de progreso de la mujer es un proceso irreversible, ya nunca más va a ir para atrás.
mónica 37, quiteña, comunicadora
“Cuenca, Atenas del Ecuador”… un mito
Cuando hablamos de identidad pienso inmediatamente en la personalidad, en las
características propias, en aquello que nos vuelve únicos respecto a los otros, ya sea en el plano
personal o público.
En el Ecuador tenemos muchas identidades, incluso superpuestas, explicadas por al presencia
de diferentes pueblos prehispánicos, por la geografía, por la diversidad étnica, etc. En este
contexto es una especie de milagro que el Ecuador se haya conformado como Estado, ya que
su realidad de mestizaje no es portadora de identidad.
Justamente a partir de este elemento mestizo podemos aproximarnos a la realidad cuencana.,
pues el cuencano es mestizo, su pasado es colonial e indígena.
Al intentar identificar al cuencano podríamos decir que al vivir al interior de una región marcada
por el abandono y la incertidumbre, una de sus características es ser descontento y quejoso, lo
que podría explicar el alto fenómeno emigratorio que vivimos. Además constatamos una
competencia acompañada por el individualismo, el egoísmo, la exclusión de las “familias de
abolengo”, el racismo de elite, etc.
El cuencano oculta lo que es detrás de su “cordialidad sobre actuada”, siendo así una muestra
de la llamada “hipocresía serrana”. Un ejemplo de este aparentar es el mito de llamar a Cuenca
el “Atenas del Ecuador”, pues lo intelectual no era sino adorno de la elite, como parte de una
actuación socio cultural que buscaba la relevancia personal, a nivel popular, ha sido más
importante la actividad artesanal, las fiestas populares, la música, la religiosidad formal…
eliécer 48, cuencano, escritor
“El Ecuador es uno pero diverso”
El Ecuador es un país diverso, esto es un mérito pero también una dificultad. Además es un país
geográficamente muy fraccionado, tenemos la costa, la cordillera, el oriente, y dentro de estos
hay más fracciones. Esto genera una cantidad de modulaciones de las formas de ser de los
distintos grupos. Así, este es un país que se esconde de sí mismo, que no se quiere ver en el
espejo porque tiene problemas de reconocimiento y tiene varios casos de enmascaramientos.
Debemos empezar por establecer qué es lo que realmente somos, cuáles son los perfiles
históricos, cuáles son los reconocimientos que tenemos y las diferencias que nos separan entre
los diferentes grupos sociales. Todas las naciones son una especie de continuidad, un camino
que se va haciendo y en ningún caso son algo predefinido o concluido. Como decía Rehnan, la
nación es un plebiscito cotidiano que a veces continúa, otras veces falla y otras tiene baches.
Dentro del proceso de globalización tenemos un proceso migratorio muy fuerte y eso marca al
Ecuador, produciendo nuevas formas de ser. Hay un proceso de aculturación evidente derivado
de la transmisión de otro tipo de valores y de culturas. Pero no se trata de proponer que el
Ecuador se encierre, más bien se deben agregar estos nuevos elementos, como una especie de
insumo que también hay que incorporar.
El ecuatoriano necesita identificarse con un sitio, con un espacio físico: su barrio, su entorno, su
ciudad, etc. por ahí comienza la idea de identidad. Aceptando la virtud de saber guardar valores
escondidos, como la conservación de la familia, el ser un hombre pacífico (hemos votado varios
presidentes sin romper vidrios), etc. Y también aceptando que en lo negativo tenemos una
buena carga de resentimiento social, que explica que el ecuatoriano no logra encontrarse.
El clamor actual es un clamor ético a través de una reivindicación política. El principal problema
político y social del Ecuador, a partir de mayo del 2003, es una quiebra generalizada del sistema
de representación, aquí ya no se reconoce a nadie, a nadie se le cree, nadie se siente
representado por nadie, están en crisis los partidos políticos, los gremios, los sindicatos, todo el
mundo. Esto es grave por que se pierde un sistema de representación, que también tiene que
ver con un sistema de reconocimiento de gente que destaca, pues somos más plebiscitarios en
lo negativo que en lo positivo, tenemos una gran capacidad para identificar lo negativo y una
gran dificultad para reconocer lo positivo.
fabián 58, quiteño, abogado
Necesitamos de una gran ilusión movilizadora, todavía tenemos una gran diversidad de
apreciaciones porque el Ecuador tiene muchas perspectivas. Es un error el pretender que el
Ecuador sea uno, el Ecuador es uno pero diverso. Es como mirar el Cotopaxi, nunca se lo ve del
mismo lado, pero es el mismo. Entonces si no reconocemos esa diversidad como diversos
puntos de vista o perspectivas de lo mismo, no vamos a identificar ni al Ecuador ni a la ilusión
movilizadora.
Para construir, potenciar o reforzar el “nosotros” se debe arrancar con una toma de conciencia
de las élites, pero élites bien entendidas, el problema es que no las hay, o son muy escasas.
Las élites, y no las económicas solamente, deben plantearse los grandes cuestionamientos, en
el sentido de defender al país, de plantear un programa, de crear un imaginario, de fortalecer la
cultura, y esto es precario y escaso. Debemos manejar un discurso reiterativo con el propósito
de ir creando esta conciencia del “nosotros”, porque no somos extraños, formamos parte de
algo común, no somos ciudadanos del mundo sino ciudadanos de una parte de él.
fabián 58, quiteño, abogado
“estamos como ecuatorianos por un ratito”
El tema de la identidad es no solo de orden teórico sino de orden político, pues esta es
relacional, se construye en función del otro. La identidad es algo hacia adentro, y la subjetividad
es la manera como esa identidad se conecta con el mundo externo.
El problema de la identidad en el Ecuador es que se la mira como algo fijo y dado para siempre,
con un carácter esencialista, mientras que la identidad es móvil, no “somos ecuatorianos”,
“estamos como ecuatorianos por un ratito”. Lo ecuatoriano no es posible, sería revindicar una
identidad esencial desconociendo que en nuestro tiempo de intercambio de lo temporal y lo
espacial, en la supremacía del espacio y la existencia de un tiempo simultáneo, no hay más
lugar para esencialismos.
Para poder pensar a la identidad incorporando su movilidad y diversidad, se necesita abandonar
los paradigmas modernos adoptando más bien una lectura postestructuralista que permita el
ingreso de otras propuestas discursivas como el pensamiento feminista, ecologista, etc., y
sobretodo que abra la reflexión también hacia la vida cotidiana.
El hablar de identidad ecuatoriana me remite al estado nación, pero, ¿cuánto el estado nación
corresponde a nuestra cultura? ¿De qué Ecuador hablamos? ¿Del que se inventó quién? ¿Del
que nos quiere imponer quién? ¿Por qué tanto temor a reconocernos como culturalmente
diversos?
Uno de los principales obstáculos en la conformación de una identidad diversa, es la presencia
de la identidad regional que no nos deja poder armar un sistema político ad-hoc con nuestras
subjetividades.
Además el Ecuador tiene una sociedad opresora, androcéntrica, que se expresa por ejemplo en
la manera masculina de clasificar la vida. En estas condiciones los feminismos ecuatorianos
están en situación marginal, ha perdido el impulso de cambio de los años 80, perdiendo todo el
contenido de transformación personal e interpersonal de la vida cotidiana fundamento de todo
feminismo.
Como intelectual feminista, encuentro que la sociedad ecuatoriana es una cultura
antiintelectual, que lee poco e irrespeta el conocimiento. Las soluciones a nuestro problema
identitario son a largo plazo, y son estructurales, ya que implican la adopción de una nueva
actividad de pensamiento alrededor de lo ecuatoriano, del respeto, la diversidad.
maría 58, quiteña, feminista
“Nos nos queremos entre cuencanos”
En el Ecuador no existe una definición clara de “identidad”, que reconozca y se aplique a
nuestra realidad histórica y geográfica. El Ecuador no ha logrado aún identificarse
históricamente como una nación, lo que existe es más bien una “ecuatorianidad” muy diversa
producto de la historia, que sumada a la diversidad de nuestra geografía trae como un ejemplo
de consecuencia el regionalismo muy marcado que además tiende a incrementar por los
discursos políticos actuales.
Al interior de este contexto podríamos intentar identificar la realidad cuencana y diferenciarla de
las demás, por ejemplo, por haber recibido grandes migraciones internas, lo que nos permite
decir que “el cuencano” como tal es contado; o por ser parte de una ciudad universitaria,
calificada incluso como la “ciudad culta del Ecuador”, (9 de cada 10 personas han terminado la
instrucción superior). Este tema actualmente es contradictorio, pues si bien nuestra juventud es
muy preparada académicamente, lamentablemente se ha dedicado más bien a la farándula, e
incluso a la violencia hasta pandillera, quizás por haber obtenido “dinero fácil” proveniente de la
migración.
Otra forma de diferenciar a los cuencanos es reconocer su comportamiento “quejoso”: si recibe
se queja y si no también. Pero esta posición se contradice por la tendencia a la alabanza, por
ejemplo en las continuas condecoraciones ofrecidas a representantes de los poderes centrales.
La inconformidad se plasma también en las relaciones sociales, por ejemplo en el marcado
racismo y clasismo que se expresan incluso en la letra del himno a la ciudad en el que se canta
a los “grandes barones de Cuenca”.
En suma, al interior de esta ciudad pequeña, en la que todos nos conocemos por el “run run” de
lo que se escucha en la calle, “no nos queremos entre cuencanos”, y esto se acentúa aún más
entre mujeres (por ejemplo cuando Rosalía Arteaga estaba en el poder, se gestó en Cuenca el
movimiento anti Rosalía).
Sin embargo, pese a sus contradicciones internas, y a la sensación de ser relegado y olvidado
del poder central el cuencano sí se siente ecuatoriano, como lo ha demostrado al dar a luz
constantemente los elementos para fomentar la unidad del país.
mónica 42, cuencano, editorialista
creo rotundamente en la igualdad entre el hombre y la mujer
Lo peor del ecuatoriano es su complejo de inferioridad que se inicia con la colonización y creer
que tenemos que agachar la cabeza y obedecer a lo que el resto nos diga. Lo mejor del
ecuatoriano es haber vivido todo lo que hemos vivido y haber sabido seguir de pie.
Yo soy ecuatoriana, primeramente, porque nací y vivo aquí. Ahora que tengo más edad, más
experiencias y más vivencias me siento orgullosa de ser ecuatoriana por todo lo que el Ecuador
tiene y es.
Hablando de mi generación y de mi género creo que hay una división muy notoria porque
todavía hay el grupo de mujeres que siguen teniendo una visión retrógrada y machista (a pesar
de un supuesto avance de género), y por otro lado está el grupo que tiene una visión mucho
más abierta, que ve a la mujer y al Ecuador como algo más. La diferencia de mi generación con
las anteriores es que hemos superado el tabú de la mujer que no puede estudiar y mucho
menos incursionar en la política, yo creo rotundamente en la igualdad entre el hombre y la mujer
y en el derecho a tener las mismas oportunidades.
Mi generación empieza a tomar a los 15-16 años, y ya en la universidad un 90% ya ha probado
licor. Lo que más se consume en el colegio es cerveza y Trópico, por ser menos costosos, luego
Vodka y Ron. Cuando nos reunimos siempre tomamos, lo que varía es la cantidad, dependiendo
de lo que estemos haciendo. La actividad sexual va de los 18 en adelante y desde esa edad
hasta este momento (24 años) creo que habrán tenido un promedio de 2 o 3 parejas sexuales.
En cuanto a drogas, se comienza con la marihuana a los 17-18 años, y ya en la universidad se
consume cocaína y éxtasis (porque está de moda). Creo que de toda la gente de mi generación,
que está en la universidad, consume drogas un 60%. En el tema de las relaciones bisexuales yo
creo que el porcentaje es mucho más alto de lo que la gente cree, incluso como un amigo
homosexual dice: “todas las personas tenemos un poco de las dos sexualidades”, la
bisexualidad es una tendencia bastante probable. Hay que hacer una diferencia entre tener
relaciones y entre simplemente darse un beso, entonces creo que un 30-40% ha tenido
experiencias bisexuales.
La relación de mi generación con la política es bastante fuerte, sobretodo en la universidad
cuando se empiezan a formar grupos o a organizar Asociaciones de Escuela que ya intervienen y
forman parte de los foros y tal. En el tema de la religión creo que la mayoría es menos religiosa.
Con la cultura también es dividido, por un lado están los medios hippies y los marihuaneros, que
obviamente son mucho más apegados a la cultura, y por otro lado están los jóvenes farristas,
que son más superficiales. Sin embargo sí creo que se ha incrementado la conciencia sobre la
importancia de la cultura en general. Todavía vivimos mucho de la apariencia, se predica una
cosa y se hace totalmente otra y esto se explica por intentar encajar en un grupo. Hay varios
grupos: los fumones, los medio hippies y que hacen malabares, los farristas, los intelectuales y
los que somos un poco de todo, una mixtura. Yo creo que mi generación ve con bastante
optimismo el futuro, seguramente por lo que recién salimos de la universidad y sentimos que
tenemos ganas y capacidad para hacer cambios.
clara elisa 24, quiteña, universitaria
nosotros ya no somos extranjeros,
somos parte integrante de la Nación ecuatoriana.
Me llamo Giusseppe Werini, tengo 69 años. Vine con mis papás y con mi hermano en el año de
1952. Me radiqué en este país en el año de 1977. Actualmente tengo 4 hijos y 8 nietos.
Nosotros tenemos una industria textil, así que mi familia está amarrada a todos los problemas
ecuatorianos. Nosotros ya no somos extranjeros, sino que somos parte integrante de la Nación
ecuatoriana porque estamos aquí desde hace 50 años, nuestra organización recoge a italianos
que están aquí hace décadas, por lo tanto tenemos la misma visión que tienen ustedes del país.
Por ejemplo, sabemos que Quito y Guayaquil son dos mundos separados, el extranjero que ha
vivido 40 años en Quito es quiteño y no guayaquileño. Sus características son que todos son
buena gente y trabajadores, pero su mentalidad es diferente, en Guayaquil son más rápidos y
hábiles para los negocios, en Quito somos mucho más lentos.
En cuanto a la identidad, el ecuatoriano sí existe y es fácilmente identificable. En el extranjero
se lo reconoce inmediatamente, en el caso de Italia se destaca por su laboriosidad, sobretodo
las mujeres. A mi me pasa igual yo vivo aquí décadas pero sigo siendo italiano, es decir yo traigo
lo que yo también soy. El Ecuador es un país estupendo y bendecido por Dios, tiene una
naturaleza que le da la posibilidad de tener una agricultura que debería ser el sustento del país.
Su mayor riqueza es su naturaleza y su población que es gente tranquila, trabajadora y que
agacha el hombro y que olvida fácilmente las dificultades y los diferentes agravios. Esto sería la
parte negativa de su gente, el olvido ya que la gente olvida fácilmente el pasado
Lo peor del Ecuador era la cantidad de sindicatos fuertes que había antes, además la aduana,
los problemas de documentos, de permisos, es decir la burocracia en general. En cambio las
virtudes del Ecuador es que aquí tenemos todo listo para nosotros, todo está puesto en bandeja,
hay muchas facilidades pero esas mismas facilidades que saltan a la vista después se bloquean
por un montón de cosas.
Respecto a la gente de este país creo que es gente buena. Yo he trabajado en Uruguay y
Argentina y aquí la gente es buena, aquí el obrero aguanta bastante. La mejor gente está en
este país porque la gente acepta más, conversa más y son excelentes trabajadores, solo hay
que enseñarles para que aprendan bien y rápido. El obrero se adapta a lo que hay con mucha
facilidad. Sus defectos serían el atraso, la falta, el chuchaqui, sin embrago esto ha ido
cambiando.
Si yo pudiera mejorar algo en este país evitaría que la gente se siga dañando y que deje de tener
una mala educación. Antes la gente era más tranquila y más humilde. En el sistema político creo
que en el Ecuador se debería cambiar la institucionalidad de una República presidencialista a
una República parlamentaria y entrar en el sistema de concurso para escoger a los mejores
hombres para los diferentes cargos, con esto se termina con los famosos “recomendados” y se
escoge a los mejores. Este país necesita salir de las “vacas sagradas” y hacer un cambio
generacional para seguir con los jóvenes.
giussepe 69, italiano, industrial
“Hoy para hablar de identidad, asumamos
el problema de las autonomías”
No hay que entender a la identidad como una esencia, pues es algo histórico que se va
construyendo. En el caso concreto del Ecuador, no existe una cosa llamada “ecuatorianidad”,
esta no es más que un accidente dentro de esta esencia. No existe un solo modelo de
“ecuatorianidad”, ni de “guayaquileñidad”, ni de “quiteñidad”, sino que hay varios. También es
el caso de cada persona, cada uno va teniendo una identidad histórica, una identidad personal,
entonces uno no es sino un proceso histórico. Con esto, la identidad más que ser una especie
de cierre, es una especie de círculo que permite el intercambio de los diferentes grupos.
Hay que reconocer que en el Ecuador hay diferencias básicas; el Ecuador es producto de la
creación, de la unificación de tres regiones, por parte del General Flores. Después de la
fragmentación de la Gran Colombia y antes del General Flores, no había una unidad nacional. Lo
que hay actualmente aquí son muchas maneras de ser, evidentemente muy distintas, que
generan otros tipos de comportamientos, otras formas de ser y de percepción. Existen muchos
códigos e imaginarios entre Quito y Guayaquil que por un lado nos unen, y que por otro nos
impiden la existencia de un proyecto ciudadano.
Cualquier pregunta de identidad en el Ecuador en este momento tiene ya que asumir el
problema de las autonomías, es decir, cómo siendo diferentes podemos de alguna manera
participar de procesos comunes que nos den a los unos y a los otros. De lo contrario podríamos
estar tocando las puertas de una gran ruptura a nivel nacional. Entonces, debemos entrar en un
proceso autonómico que tenga la idea de construir algo, que se llamaría “Ecuador”, más allá de
un Estado Nación.
A los ecuatorianos nos unía el conflicto con el Perú, actualmente no hay ese fervor contra las
FARC. También nos une el fútbol, claro que la durabilidad de esta unión es muy corta. Entonces
no hay una voluntad que haya definido una agenda de la cual participarían todos para construir
verdaderos puntos de unión.
No creo que tenga validez el tratar de construir una identidad en base al pasado, o de grandes
referentes, pues se corre el riesgo de caer en los “folclorismos” por la falta de proyectos, y esto
no haría más que acentuar nuestras diferencias. La identidad nacional, como pasado histórico,
tiene que ser esgrimida en un momento dado del proceso y ahora no es el momento debido a
esta terrible canibalización ideológica de los años 90. Además hay que resaltar la validez de los
grupos que estén tratando de salir adelante, hay que encausar los cuestionamientos
planteados.
Como conclusión no se debe plantear el problema de la identidad desde el archivo histórico, ni
por la idea conceptual de pensar al Ecuador como una“esencia” o como una ontología del ser.
Entonces la salida sería ir por el camino de las autonomías, pero aquí hay dos alternativas. La
primera sería ingresar a un proceso autonómico que nos va a generar más frustración porque
vamos a hacer independientes a cada una de las áreas y con el grave problema de que no se
tocan a las elites políticas, que van a querer usufructuar de esas autonomías; y la segunda
opción que es, accediendo a esta autonomía, tratar de montar un proyecto de ciudadanía.
joaquín 56, guatemalteco, filósofo
“Lo que importa en la identidad es el sentido de pertenencia”
La identidad ecuatoriana es un proceso. Muchos pensadores del s. XIX, comenzando por Bolívar,
decían que “no somos europeos, no somos indios, sino que somos americanos”; pero, ¿qué es
esto de ser americanos? Esta problemática estuvo presente en los intelectuales de la época y
esta concepción de identidad no iba más allá de una identidad ciudadana (por el hecho de
haber nacido en un lugar).
Pero los primeros visos de pensamiento a la pregunta de quién somos aparece en el s. XX con
escritores como Belisario Quevedo, Alfredo Espinosa Tamayo, quienes comienzan a determinar,
de una manera sistemática, las características del pueblo ecuatoriano. Ellos no hicieron
generalizaciones, sino referencia concreta a la gente de cada zona del país. Aquí se introduce la
noción de que las características geográficas determinan las características de un habitante.
Más adelante habría una tesis muy importante por parte de Benjamín Carrión, quien defendía
al Ecuador como un país pequeño pero con un gran potencial cultural. Además Carrión
profundiza el tema del mestizaje, esto marca un nuevo momento en el pensamiento de la
identidad ecuatoriana: vernos como una mixtura.
Posteriormente, la identidad más que ser un proceso positivo en el sentido de pensar sobre
quiénes somos, y qué somos; nuestras perspectivas se ha convertido en un proceso negativo en
tanto que nos identificábamos por la contradicción que teníamos con el Perú, es decir, ser
ecuatoriano era ser lo opuesto a lo que eran los peruanos. Sin embargo, luego de firmada la paz
con dicho país nuestra identidad se encaminó en dos ejes: primero en una identidad negativa
en la que luego de solucionado el problema que nos unía ya no sabíamos quienes somos, lo
segundo es el surgimiento del movimiento indígena, instaurando así la duda sobre si somos
indígenas o si somos europeos o latinoamericanos, es decir esto vuelve a concitar un nuevo
momento de reflexión sobre quiénes somos.
Considero que todavía no hemos podido consolidar una identidad final ya que esta es un
proceso dinámico de construcción y no una realidad dada para siempre. De ninguna manera la
identidad es el hecho de haber nacido en un lugar, lo importante es el sentido de pertenencia.
En el tema de la globalización pienso que no porque exista ya somos un país globalizado, hay
dos maneras de estar en esto, la primera es dejándonos llevar y arrastrar por su dinámica en
donde tendríamos un papel pasivo, y la segunda opción es estando en ella de una manera
participativa y en buenos términos, claro que esto no se está dando.
La construcción de la identidad ecuatoriana tiene que ser en otros términos y no en el definir
cuál es nuestra música, o nuestra ropa, o nuestra comida típica, sino definir un imaginario que
responda a las diferencias y que haga sentir gente a los distintos grupos culturales étnicos. Este
es nuestro reto, por lo tanto la identidad no es cuestión ni de manifestaciones externas únicas
sino de un proceso en el que nos sintamos identificados.
nicanor 56, quiteño, sociólogo
“El tema de la identidad a partir de cómo
se construyen los imaginarios”
Los griegos se hicieron dos preguntas básicas: ¿Quién soy yo? y ¿de dónde vengo?, al responder
esto uno puede saber hacia dónde va, esto está implícito en el tema de la identidad. Por otro
lado, para la cultura oriental, al estar eliminado el “ser”, la pregunta fundamental es: ¿qué
puedo hacer yo en este momento para ser feliz?
En general, la identidad es una construcción, en donde también participa el otro. En el caso del
Ecuador, la identidad, desde la época colonial, se ha construido a partir del ocultamiento, existe
todo un proceso de enmascaramiento que usa la sociedad para negarse ella misma. Esto
implica una vergüenza de lo que somos, que se manifiesta en antivalores como el racismo.
Desde el momento en el que el individuo andino se mira se ha colocado mártir; se trata de toda
una dialéctica de la subyugación, del submundo y del enmascaramiento que han formado parte
importante del proceso de la constitución de la identidad. Lo que se trata de olvidar se guarda y
lo que está lejos no siempre obedece a procesos concientes, de ahí su carácter inesperado y en
ocasiones subjetivo. Al respecto Nietzsche nos recuerda que el lenguaje se mueve con una
máscara que traza la voluntad del poder.
La identidad también se va construyendo según los intereses, hay veces que uno puede
reivindicarse desde lo étnico y otras no. Lo que sí es claro es que “las minorías” siempre se
reivindican desde lo étnico y esto sucede porque muchas veces no están en los círculos del
poder. Acordémonos de los mestizos, hace 80 años no estaban en el poder, pero en este
momento el Estado Nación es mestizo. Lo mismo ha sucedido en la música, en la comida criolla
y en todas las cosas en las que un ecuatoriano se siente representado. En este sentido una
persona “es” el cómo le definen los otros y a la vez el cómo se define a si mismo.
Respecto de los imaginarios, hay algunos que nos unen y otros que nos desunen, por ejemplo
nos une la selección de fútbol, el ceviche, la guerra con el Perú y la fanesca; nos desune el
regionalismo, el centralismo y también las cuestiones étnicas. También hay elementos que unen
la diversidad, por ejemplo los músicos Julio Jaramillo y Segundo Rosero. Otro aspecto de
construcción de nuestra identidad es la cantidad de leyendas y mitologías que tenemos, estas
son la construcción de otro tipo de historia. Entonces la mitología no sólo es griega o romana,
también puede ser ecuatoriana… El arte es el producto de un pueblo, es por eso que el arte es
de las mayorías, es popular porque está en ellas.
juan carlos 42, ibarreño, sociólogo
“aquí la gente todavía vive en un paraíso”
Empezando por una distinción de género entre la identidad de la mujer ecuatoriana y la mujer
colombiana, la diferencia que yo he notado entre ellas es que las primeras tienen una capacidad
de sacrificio impresionante, luchan más de la cuenta por lo que deben, además son mujeres
que tienen la capacidad de casi arruinar su vida por hacer feliz a un hombre; también son
mujeres que quieren vivir todo lo bueno que quiere vivir un ser humano normal pero que no se
atreven, viven escondidas y atrapadas por el qué dirán. Sobre este último punto creo que la
mujer de la costa es más tranquila y fresca, en esto se parecen más a la mujer colombiana que
es una mixtura de todo esto.
He visto que aquí las mujeres de la clase media baja son muy resignadas a que un hombre
maneje su vida, sus decisiones y que siempre esta supeditada a lo que diga el hombre. En
cambio la mujer colombiana es una mujer que le ha tocado aprender a guerreársela sola, es por
eso que ella ahora es independiente, casi todas ahora son jefas de hogar, o solteras o madres
viudas por la guerra. A las mujeres de acá no les ha tocado pasar por estas circunstancias, aquí
son muy celosas y muy inseguras.
Saliendo de una distinción de género para ir a una más general creo que el sujeto colombiano,
en la parte laboral, es gente más comprometida con sus sueños y con sus anhelos, es más
luchadora; en cambio en el Ecuador todo les ha tocado más fácil, aquí la gente siente que no
tiene que esforzarse tanto para no perder un trabajo porque igual no se va a morir de hambre,
en cambio en Colombia sí sienten que sin trabajo te mueres de hambre porque no hay quién te
dé una mano.
Aquí la gente es muy acomplejada, tienen muchas cosas buenas pero que no quieren darse
cuenta, y resaltan más lo negativo. Para los extranjeros este país resulta ambiguo porque es un
país lleno de riquezas pero en donde sobresale la pobreza. Creo que a la gente del Ecuador le
hace falta muchísima motivación, creer más en ellos mismos, creer que son capaces de hacer lo
que todo el mundo es capaz de hacer, y darse cuenta del hermoso país que tienen.
En lo positivo veo que el ecuatoriano es gente tranquila y con una capacidad muy grande para el
aprendizaje, además es gente manejable (en buen sentido) y con mucha inocencia, es gente
que piensa que todavía hay cosas buenas y que las vive, es gente que sueña mucho, lo único
que hace falta es empuje para que esos sueños se puedan hacer realidad.
La gente del exterior reconoce al ecuatoriano por su forma de hablar, habla muy lento y
pausado, habla arrastrando las letras. De pronto se podría confundir a un ecuatoriano con un
peruano, pero no a una ecuatoriano con un colombiano, hay diferencias en la forma de hablar y
en los rasgos físicos.
A mí lo que más me retiene acá es el miedo, allá siempre hay la incertidumbre de no saber si
podrás seguir viviendo, aquí la gente todavía vive en un paraíso.
amalia 34, clombiana, marketing
“La identidad dentro de la diversidad”
Antes de la llegada de Cristo a la Tierra nosotros ya éramos un sitio poblado por varios y
diversos grupos de cazadores que recorrían todas las regiones de lo que hoy es el Ecuador. En
la zona de Quito, hace 10-12 mil años a. C, los cazadores venían desde la parte amazónica
hacia el pie de la cordillera central o real y hacia la cordillera oriental. El hombre seguía el
camino trazado por los animales del pleistoceno (mastodontes, osos gigantes, paliollamas, etc.)
y en su andar encontraron un material precioso, la oxidiana. Cuando se comienza a trabajar este
material podemos decir que estos hombres comienzan a desarrollar un comportamiento
cultural, ya que no sólo implicaba el trabajo de la oxidiana sino que para poder ejecutarlo tienen
conocimientos de lo que más tarde llamaremos patrimonio intangible. El objeto tangible poseía
un toque mágico con el fin de mejorar la calidad de su trabajo.
Estos cazadores, que siguen la ruta de los animales, se van para la costa, y en el camino se dan
los primeros indicios de comercio, sobretodo con piezas de oxidiana, como navajas, cuchillos,
cepillos, etc. Incluso se les dio un carácter espiritual a los instrumentos, se buscaba que los
objetos tengan poderes mágico-religiosos.
Entonces, del transcurso del desarrollo de la historia antigua surge la diversidad. Los primeros
pobladores son de varias fuentes: unos venían del norte, posiblemente de origen mongólico,
otros australianos, polinesios, seguramente cazadores, otros vienen ya enriquecidos con las
fuentes locales, y así se enriquecen los conocimientos, sobretodo el tecnológico. En estas
circunstancias van creándose elementos propios de nuestra identidad cultural.
Somos diversos, y dentro de esa diversidad en épocas antiguas: desde la época prehispánica –
prehistórica, pasando por la Real Audiencia o Colonia hasta la República, esa diversidad nos da
puntos de unión que nos hacen únicos. Estos elementos forman nuestro patrimonio intangible.
El Patrimonio intangible es la sustancia de la identidad cultural que está dentro de la diversidad,
y eso es lo que nos hace unirnos porque tenemos cosas en común.
Por ejemplo en el aspecto religioso, encontramos subtemas como lo mágico, lo artístico, el del
medio ambiente, el lenguaje. y lo gastronómico.
El aspecto religioso: engloba desde las ceremonias de entierro, pasando por la adoración o
creación de divinidades en base a su entorno, y luego la imposición de la religión cristiana por
medio de la conquista española. Todo esto se mezcla, ahora no somos puramente católicos,
somos una mixtura, hemos creado un aspecto religioso que es un patrimonio intangible. Lo
tangible hace la iglesia (el altar, la figura), pero el concepto ideal que es transmitido de
generación en generación, sobretodo por parte de las madres es lo intangible y constituye parte
de nuestra identidad cultural.
lenin 57, carchense, antropólogo
Aspecto artístico: nuestros artistas antepasados han impregnado elementos de su patrimonio
intangible en el arte, por ejemplo, modificando obras originales aumentando cosas que ven
en ambiente, he “irrespetan” inclusive la obra que tenían que hacer. Siempre hay esta
mezcla, que viene en lo intangible porque es el concepto, la ideología la que prima.
En el caso de la música podemos ver actualmente, en el contexto de la migración, que por
primera vez el Ecuador se apropia y crea una música que es común en la Costa, Sierra,
Oriente y Galápagos, esta llamada “música Chicha”, otra es la techno cumbia que es una
música que interpretan artistas de todas las regiones y que es música sin regionalismo y que
cantan lo que a la gente le gusta y lo que el sentimiento de la gente popular requiere. Esta
música trata sobre problemas cotidianos: dinero, hijos, amantes, etc… por primera vez hay
una canción de cumpleaños ecuatoriana que la cantan en todas las regiones. Esta música es,
entonces, un elemento de identidad cultural, nos guste o no este tipo de música, ya que es
despreciada por los sectores “cultos”. Sin embargo son ellos los colonizados por la música de
afuera. En todo caso aquí se ha creado una música que la gente baila, festeja, la toca y la
compra. Lo mismo pasa en otros campos como la pintura, o en el caso de las artesanías que
no son elementos museográficos pero son elementos culturales que nos unen porque está
haciendo la cultura popular y que no obedecen a la artesanía culta ni a la del negocio sino a
una expresión intangible.
- Otro elemento es la Comida, aquí hay un elemento sustancial, en los tres lugares. Lo
intangible es la forma de preparar, lo tangible es el resultado, pero qué hace la mamá cuando
hace la comida? Eso que llamamos “receta”. La receta es una fórmula reciente, es de tendencia
francesa del s. XIX. La abuelita sabe cómo pone los condimentos “al ojo” y ahí le está poniendo
su parte cultural.
Un elemento importante es el maíz, este se consume en todas las regiones y cada región tiene
distintas formas de preparación. Por ejemplo, la humita, tenemos la humita de Santa Elena,
otras en la zona de Babahoyo y Guayaquil, es decir hay humitas en la sierra y en la costa, y
todas son diferentes. Lo mismo sucedió antes con la chicha. Nuestros antepasados
domesticaron el maíz mucho antes que México, siquiera unos ocho mil años atrás. Lo mismo
sucede con la papa, con la yuca. Entonces la comida también nos va creando una identificación.
Claro que los llamados “cultos” no se preocupan mucho por conservar su tradición, más bien ha
sido el pueblo de tres millones de habitantes emigrantes el que ha sido capaz de conservar su
tradición y su cultura.
- Otro macro aspecto es de la naturaleza: desde nuestros ancestros hasta hace poco, en donde
vienen las empresas madereras, hemos sabido conservar y respetar nuestra naturaleza; tanto
es así que todavía se invoca a la “Pacha Mama” en todas las regiones. Nosotros todavía nos
alegramos de que llueva, por el agüita para las plantitas y para los animales. Todavía se hacen
ofrendas a las montañas, por ejemplo al Tungurahua se le hace ofrendas para que se calme. Es
decir, nuestra cultura es de respeto al medio ambiente, y es desde la época antigua, desde que
poblamos este lugar nosotros respetamos y conservamos el medio ambiente. ¿Cómo vamos a
destruir a la fuente de aprovisionamiento?, así, el medio ambiente es fundamental ya que nos
unifica.
lenin 57, carchense, antropólogo
El conocimiento ancestral, entra en este punto, también del patrimonio intangible y la medicina
popular (la de plantas, la de minerales, la de no ir al médico, la que todos sabemos1).
- El tercer aspecto es el del lenguaje: nuestros idiomas han variado en algunas ocasiones: la
imposición del castellano por parte de los españoles, o la universalización en los Andes del
quichua por parte de los jesuitas, y no por parte de los incas como se cree, para poder
catequizar a los indios. Teníamos varios idiomas en esa pluriculturalidad y sin embargo nos
entendíamos. Ahora el castellano es una realidad y tenemos que aprender más para hablarlo
mejor, por que ya vemos, pese a las ordenanzas en Quito y en otras ciudades, letreros que dicen
“shoes”, “hot dogs”, etc, ahora vivimos la desnaturalización hasta del castellano.
El Ecuatoriano, en esencia, también es comerciante, para comprobar esto veamos un ejemplo:
La venta de textiles en los obrajes y batanes en el siglo XVI y XVII, llegábamos a Chile y a Potosí.
En la actualidad conservamos esta esencia de comerciantes, por eso que siempre damos la
bienvenida al extranjero que asoma. El ecuatoriano siempre está predispuesto, esto se puede
explicar por su esencia comerciante.
Para concluir podemos preguntarnos, ¿Qué es patrimonio intangible?, ¿por qué dar énfasis al
patrimonio intangible para hablar de la cultura? El Patrimonio Intangible, como su nombre lo
indica, no es factible definirlo sino materializarlo y se hace otro tipo de patrimonio, eso es lo que
nosotros creamos y conservamos y eso nos identifica como elemento de la identidad cultural.
Entonces este factor, que es necesario comentarlo y rescatarlo, es el patrimonio de la identidad
cultural dentro de la diversidad. A buena hora que somos diversos. Esta diversidad, a la final,
nos ha hecho ser sui géneris, o sea que el conjunto de diversidades nos une.
1 “Si le duele la barriga, en la costa, sierra u oriente, la mamá sabe que antes de darle la pastilla debe hacerle una agüita de manzanilla, o de
otras plantas. Para la tos sabemos qué dar…”
lenin 57, carchense, antropólogo
Todos somos longos en el sentido de una construcción identitaria que descalifica al otro “En el mundo en conclusión, todos longos mismo son”
La identidad es la recopilación selectiva de nuestro pasado, que no existe fuera del imaginario.
Así, la comunidad es una invención discursiva e imaginaria.
En el Ecuador tenemos una visión normativa y no factual de la identidad, sin aceptar que esta
no es el resultado de una esencia sino del despliegue de la vida cotidiana y de la experiencia del
acumulado histórico.
El objetivo de “Longos” era justamente mostrar el mundo de la vida, porque no existe una
esencia desplegada de lo ecuatoriano, pero sí los ecuatorianos con sus prácticas vitales. Así, el
ecuatoriano no es una categoría sino una existencia.
Hay en los ecuatorianos una contraposición de origen, pues nuestra identidad se basa en el
choque, en la discrepancia, envuelta en una red identitaria mucho más alta, podríamos ser
definidos como “siameses esquizofrénicos”. Pero incluso esta definición nos queda corta ya que
implica solo la coexistencia de cuatro identidades, mientras que nosotros presentamos miles de
identidades, que se construyen unas a otras.
De esta forma los imaginarios ecuatorianos están marcados por la orientación de los siameses
esquizofrénicos, conectados por la espalda, y por las asimetrías de una sociedad de castas, en
un Estado y un mercado inviables.
Todo proceso identitario es un proceso político, porque implica la reestructuración de las
relaciones del sujeto con el resto de la sociedad, así el tema de la identidad no es un problema
cultural sino político, se trata de una construcción cultural que produce sujetos políticos. De esta
manera no hay identidad nacional, ya que esta se construiría si es que hubiera una nación, o un
Estado nación viable.
Así, la existencia de lo ecuatoriano es una cuestión política, es un proceso político de
competencias de discursos. Pero, ¿será la coordenada de lo nacional lo que defina nuestros
problemas identitarios?
Pensemos mejor en un nosotros descentrado, en un nos-otros, en su existencia en conflicto, y
aceptémoslo positivamente, con una nueva orientación epistémica y semántica, creando una
real identidad de la diversidad por ser en sí misma descentrada.
alexei , 48, quiteño, politólogo
“La identidad en el Ecuador es todavía una aspiración”
La identidad es la coincidencia en ciertos valores, aspiraciones, reconocimientos y problemas,
que se da entre una considerable mayoría de los habitantes de un país que se aproximan a la
unanimidad.
Es absolutamente necesario que toda colectividad nacional tenga su identidad, más aún en
estos tiempos de globalización, ya que debe reconocerse como característica en su época y en
su medio.
La identidad en el Ecuador es todavía una aspiración ya que todavía no está bien definida en
sus características básicas, ni actúa robustamente en sus características funcionales.
Como nación, incluso en su concepción, los ecuatorianos estamos descontentos. No conocemos
nuestra historia real. Hay cosas rescatables y cosas condenables, pero para el común de los
ecuatorianos el balance de cómo es su nación es negativo. El esfuerzo, como individuos, está en
ser la excepción que confirma la regla.
Lamentablemente hay un afán, reforzado por los medios de comunicación, por acomplejar a la
nación y por abatallar su concepto moral., por ejemplo con el sinsentido de datos como “El
Ecuador es el segundo país más corrupto del mundo” porque a la final un robo es condenable
por sí mismo y no por su cantidad o magnitud.
Respecto a la posibilidad de una ilusión movilizadora para este país, coincido con Velasco Ibarra
quien planteaba la necesidad de establecer una tesis que impida la disgregación misma del
Ecuador. Esta tesis todavía no existe, es por esto que para lograr este objetivo tengo fe en las
nuevas generaciones ya que muestran tener mucha más conciencia de la búsqueda de cambios
y de servicios.
patricio 56, quiteño, periodista
Síntesis del ecuatoriano: fe, libertad y cultura
La identidad ecuatoriana es un proceso que se ha ido formando a través de la historia. En
algunas ocasiones se consolida y en otras se debilita. La identidad ecuatoriana es un concepto
que resulta del proceso, muy complejo, de obtención de una imagen clara que demuestre el
modo de ser y obrar de los ecuatorianos.
En las historias del Ecuador, hay unos capítulos muy categóricos: La conquista de los Caras, la
conquista de los Incas, la conquista de los españoles, los libertadores que llegan y que actúan
como si fueran nuevos conquistadores. El concepto de “conquista” aparece marcado en la
interpretación de los historiadores, de tal manera que este elemento, por falta de visión
suficiente, ha creado una especie de carácter frente a estos actos de agresión. Hemos
procedido con una psicología de pueblo conquistado.
Es por esto que cuando escribí la historia del Ecuador procuré transformar la interpretación de
este hecho, por ejemplo, en vez de poner “La conquista de los Caras”, puse “La resistencia a los
Caras”, porque lo que había habido fue una bravura en contra de esa conquista, por más que al
final aparezca como tal. Entonces, la identidad ecuatoriana no se produce en el sentido de ser
conquistados, sino en el sentido de luchar y resistir contra esa conquista.
La identidad nacional es el producto de un proceso de hechos que es interpretado
positivamente por los historiadores, sociólogos, periodistas, etc., y que van configurando cada
vez de modo más fuerte ese modo de ser en conjunción con muchos otros.
Se puede sintetizar estos modos de ser del ecuatoriano en tres conceptos que son la vocación
histórica del Ecuador (que es otra forma de decir identidad nacional o destino histórico del
Ecuador): la fe, la libertad y la cultura. Y digo primero el concepto de “fe” porque se ha
manifestado espontáneamente desde el más remoto origen, en esto ha influido su geografía ya
que su territorio es único en el mundo por tener mar, bajíos, montaña de hasta 6000 mtr,
laderas de subida y bajada desde la meseta y la selva amazónica. Aquí los paisajes hacen
suspirar a la gente. Este suspiro de admiración a la naturaleza es una expresión natural de
aproximación a un concepto superior, esta es una forma de religión natural y el ecuatoriano ha
tenido una tendencia natural hacia este concepto de divinidad. La naturaleza no sólo provoca
admiración sino que también puede provocar miedo y esto es uno de los factores
desencadenantes de la religiosidad. A veces esto también ha organizado o ha producido
hombres que representan ese modo de ser. El pueblo ecuatoriano ha sido, a su modo, muy
religioso. Se dice a su modo ya que habiendo autoexigencia personal no hay un afán de imponer
el modo de ser a los demás. Al mismo tiempo hay una cierta tolerancia y comprensión si el otro
no lo hace.
jorge 72, quiteño, historiador
Por otro lado, el Ecuador ha tenido 3 grandes líderes históricos, que han sido constructores de la
nacionalidad, que son: Gabriel García Moreno, Eloy Alfaro y Velasco Ibarra. El primero tenía una
concepción universalista, una mente matemática, una voluntad de hierro y una capacidad que le
permite arrastrar multitudes. Él es el primero que tuvo el concepto de una política de Estado en
diversos aspectos. El segundo, aparentemente contradictorio en todo al primero, y digo
aparentemente porque Alfaro era gran admirador de García Moreno, (lamentablemente la
historia no nos dice esas cosas), propugna las libertades absolutas, y hasta ese momento
ninguno de los dos cumplió, porque Alfaro fusiló tantos como García Moreno. Fue necesario que
venga un tercero, que no hace una revolución dura, pero en cuyas constituciones se establecen,
de forma categórica y definitiva, las libertades, garantías y derechos humanos en el Ecuador,
que mal que bien se cumplen, pues luego de su gobierno no hubo saldos de fusilados o de
crímenes políticos.
Todos estos factores, más mil más, han ido plasmando la identidad del hombre ecuatoriano, eso
la gente lo siente y lo sabe.
También hay factores negativos y generalizados en el hombre ecuatoriano, contra los cuales
siempre ha habido el concepto de que hay que luchar, y contra los que a veces se ha luchado.
Sin embargo no son de tal naturaleza como para impedir la realización de los postulados
fundamentales. Por ejemplo, somos fáciles para desalentarnos, por haber pasado por tantos
momentos duros y difíciles se ha vuelto un hombre quejumbroso, tanto que frente a las grandes
tragedias en vez de arrimar todos el hombro para sacar la cabeza y salir, lo único que hacemos
es quejarnos de la falta de apoyo del gobierno. Otra cosa negativa es que nos encantan los
chismes, de hecho nuestra política es una carrera desaforada entre chisme y chisme. En general
hay muchos defectos en el hombre ecuatoriano, pero más que ser “defectos nacionales” son
“defectos humanos”.
Sobre la diferencia entre el costeño y el serrano es que para la persona que vive de frente al
mar no encuentra en él su límite, sabe que el mar es un camino que le conduce o a la pesca
inmediata o a otros pueblos. El costeño es un hombre abierto. El serrano, en cambio, está
oprimido, rodeado por montañas, es un hombre retraído. El serrano también viaja pero
calculando hasta el último paso para no fracasar. Sin embargo estas diferencias no los hace
oponentes irreversibles, sino complementarios.
No podemos negar la existencia de un “nosotros”, pues ser escépticos a esto no es más que
una entelequia de distracción intelectual; el escepticismo es una forma de liberarse y de
escapar de la realidad, es un elemento extraño al modo de ser del ecuatoriano, al contrario, por
naturaleza él es muy apasionado, por el bien o por el mal.
jorge 72, quiteño, historiador
“En el Ecuador se vive una doble vida”
Lo mejor es que en el Ecuador todavía existe esto del medio día para almorzar. Aquí todavía la
gente se encuentra, se ve y se “toca” en días de semana. Pero, por el lado negativo, este es un
país de una doble vida fenomenal, se vive una hipocresía marcadísima y aburrida, rezago quizás
de la religiosidad, lo que explica por ejemplo que el vínculo con el cuerpo aquí es muy
complicado, todo es pecado, pecado que encantados de la vida cometen, pero a escondidas de
su realidad cotidiana.
La relación con la pareja es una muestra de esta característica, por ejemplo, hay una
enfermedad por casarse no más allá de los 25 años para evitar adjetivos como “solterona”, pero
además debe disimular y no mostrar si tiene un novio con el que mantiene sexo. El “ser
ecuatoriano”, en varón o en mujer, si no se casa, sigue en la casa de los papás hasta la edad
que sea. No existe como elección el no casarse. Además es curioso que muchas veces cuando
se le pregunta a una mujer qué busca en un hombre, responde justamente lo que no buscan en
un hombre.
Esta situación se ve además marcada por la falta de libertad, de independencia, de libre
albedrío y de defensa de criterios en la pareja, es muy conocida la expresión: “me tengo que ir
volando sino mi marido se va a enojar”. Hay una suerte de desconfianza de la pareja muy
grande.
La doble vida del ecuatoriano se manifiesta también en la existencia de acuerdos previos muy
sólidos de cómo es la vida para el varón y para la mujer. Para que las cosas funcionen no hay
que salirse de los cánones establecidos. Entonces no hay nada de sorpresa, ni de creatividad, ni
de improviso, y lo peor es que no se muestra interés por esto. Prevalece el aburrimiento,
solamente se mitiga este aburrimiento con plata y con salir a tomar. El alcohol siempre es la
excusa perfecta para hacer o decir cosas que no son capaces de hacerlas en un estado normal.
Se necesita de un trago o de una droga para animarse a hablar o a tocar. Aquí el tocar da
vergüenza.
Otro aspecto característico es el bajísimo nivel cultural, en todos los estratos sociales, en la
clase baja no hay como decir nada pues no tienen ni la opción, en la clase media es lamentable
y en la clase alta es mucho peor ya que estos dos últimos grupos tuvieron la opción y los medios
para estudiar, pero el referente es “Miami” o la Argentina, pero para ir de shopping. Otra cosa
grave es que este es un país que no cuida y no valora a sus intelectuales, siempre son
desconocidos y rezagados. Claro que los grupos de intelectuales también se han encargado de
alejar a la gente, aburriéndola y espantándola con terminologías rebuscadas.
marga 52, argentina, publicista
Además, el Ecuador es un país profundamente racista, que niega y desprecia sus orígenes
indígenas, esto va de la mano de una cultura colonialista, paternalista y patronal en donde el
jefe ordena, sin un “por favor” ni un “gracias”, y el enviado dice “mande”. Aquí está en todo su
esplendor la teoría del Amo y el Esclavo, pues se la vive cotidianamente.
Este tipo de relación se muestra también en el desconocimiento, en la ausencia de siquiera un
vínculo entre las dos regiones más importantes del país, parecería que fueran dos países
distintos, que además no se interesan por la política, ni por considerar que en este país hay
petróleo, bananas, camarones, y todo producto primario y exportan estos productos sin valor
agregado, pero ¿a quién le preocupa?, ¿Quién habla de eso?, ¿quién habla de fomentar la
industria? Lo que comprueba una conciencia cívica muy baja. El Ecuador es un país falto de
pasiones, la única pasión, pero limitada, es el fútbol.
marga 52, argentina, publicista
“Cambiar el concepto de identidad por el de subjetividad”
El tema de la identidad lo expondré desde la relación entre comunicación y ciudad, en el campo
de los estudios culturales. Las líneas a seguir serán la sociología y la antropología.
¿Cómo la modernidad ha afectado a nuestras sociedades latinoamericanas? ¿Cómo con el
diálogo continúo con las teorías del psicoanálisis contemporáneo se ha ido trabajando sobre
subjetividades (término más apropiado que el de “identidades”)?
El concepto de identidad tiene algunos pros y muchos contras, desde el punto de vista político y
epistemológico. Su concepto viene de la lógica, el principio de identidad es “A = A”, el principio
de contradicción: “A no puede ser A y no A al mismo tiempo y en el mismo sentido”. Esto quiere
decir que la identidad siempre es un concepto especular en el que algo se parece a algo y que
corre el riesgo de no transformarse y de no evolucionar.
Proyectado en el campo de la cultura, el concepto de identidad fue apropiado por los discursos
que trataban de fundamentar el Estado Nacional tratando de legitimarse a través de un
concepto como el de Nación: Somos ecuatorianos, somos argentinos, etc. Esta identidad
colectiva generalmente se fundamentó en ciertas estrategias como la obtención común de una
lengua, de una historia, de un territorio, una religión, es decir, de una serie de referentes
comunes que permitan el anclaje de esta identidad colectiva.
Actualmente vivimos en un desmantelamiento de la concreción real de tener identidades en la
vida cotidiana forjadas al interior de esa matriz de “estado-nacional”. La modernidad se agotó
cuando entró en contradicción consigo misma y eso es lo que da paso, muy polémicamente, a lo
que se llama “posmodernidad”. El caso de América Latina es más complejo, pues convive con
unas realidades híbridas que nunca fueron reconocidas en el discurso del Estado Nación,
además, conocemos muy mal nuestras pequeñas historias.
Las Ciencias Sociales encontraron un concepto mucho más oportuno para pensar la relación
entre un colectivo y las individualidades personales o grupales, se trata del concepto de
subjetividad. ¿Por qué es mejor el concepto de subjetividad que el de identidad? El de identidad
tiene un fuerte componente imaginario y especulativo, y el problema es que los referentes
imaginarios cosifican, petrifican, dogmatizan la identidad. Si decimos que el ecuatoriano “es”
algo, apenas haya un cambio o un malentendido inmediatamente hay exclusión y rechazo. En
cambio el concepto de subjetividades es más flexible y real, en el sentido de que un sujeto
siempre está en construcción y en falta, entonces para poder apropiarse de su ser siempre está
creando la posibilidad de seguir dándose al ser. Entonces, el concepto de subjetividad,
epistémicamente, le da una oportunidad de pensar un ser en creación continua y el de identidad
no. La ontología de la identidad siempre tiene el impedimento epistémico de decir “esto es”, en
cambio el de subjetividad conjuga el verbo en transitivo y no lo fosiliza en una cosa cerrada.
Actualmente los medios tienen la dominancia en la formación del ciudadano, ya no sabemos
dónde se está formando el ciudadano. Hoy la formación de subjetividades está en crisis, las
escuelas y colegios ya no forman ciudadanos sino consumidores y empresarios neoliberales. Si
carlos 36, guayaquileño, sociólogo
tomamos una foto al ser ecuatoriano veríamos perplejidad, incertidumbre, confusión, que me
importismo.
Las categorías para nombrar a la realidad están en crisis, además la realidad está en
transformación, entonces tienen doble crisis: epistémica y a la vez empírica. Estamos en un
proceso de transformación hacia una incógnita.Las tendencias de este proceso son: el auge de
una fragmentación individualista, esto dificulta la construcción de un “nosotros”. El Ecuador se
está reproduciendo como sociedad en una lógica del capital que se está “des subjetivizando.”
Hay que preguntarnos por cómo somos, para qué queremos una sociedad que, de una u otra
manera, nos permita ese “nosotros”. Si nos preguntamos por el cómo, estamos generando
nuestra existencia, el vínculo social, llevando adelante la construcción de la subjetividad. Estos
son los temas de fondo que deben ser apropiados por nuestra sociedad.
carlos 36, guayaquileño, sociólogo
“Construir un Estado Nación implica la eliminación
de las diversas entidades históricas”
“El mundo occidental se organiza a partir del criterio de unidad, en cambio en la cultura quichua
la visión del mundo se organiza a partir de un par, se establecen diferentes niveles de relación”
La identidad son los elementos culturales e incluso personales que conforman una cultura, y es
importante que a su vez este grupo social o cultural se reconozca como parte de estos
elementos. También es un producto social que permite la identificación con todo el conjunto de
personas que comparten la lengua, la cultura, los elementos políticos, educativos y económicos.
El Ecuador es un país que no tiene una identidad cultural, más bien esta en una cuestión
híbrida, primero porque todavía hay una carga colonial que no hemos podido superar, y luego
porque no nos preocupa la construcción de un país.
Es necesario construir una identidad, pero no una identidad nacional. En mi caso, como
indígena, tuve que aprender a vivir en la diversidad, pero eso no implica buscar una identidad
nacional, implica conocer la diversidad como un proceso de unión, en el que hay varias
entidades y ninguna debe anular o absorber a la otra.
No hay que seguir con el proyecto colonial de un Estado nación, no hay que construir una
“Nación de Naciones”. Este proyecto es innecesario ya que no se necesita que todos sean
iguales para que haya un país. Por tanto, construir un Estado nación implicaría la eliminación de
las diversas entidades históricas.
Lo que tenemos en el Ecuador es un proceso de construcción de diversidades, de entidades
diversas que están ahí, que están viviendo pero que no son incorporadas de una manera
adecuada, como co-fundadores del país. Estas diversidades tienen características muy visibles:
la lengua, la administración política y social.
El mundo occidental se organiza a partir del criterio de unidad, en cambio en la cultura quichua
la visión del mundo se organiza a partir de un par, se establecen diferentes niveles de relación.
Al ser un par, las relaciones se establecen necesariamente mediante un diálogo y una relación
equitativa y proporcional. Esta es otra visión del mundo, por ejemplo, no hay un solo Dios, sino
diversos, o por lo menos hay dos que tienen que relacionarse. La organización social organiza
también estructuras duales, hay el abajo, el arriba, o sea siempre se está buscando esta
dualidad para entender el mundo.
Siguiendo esta lógica, un criterio de bienestar es que se pueda tener una familia grande, la cual
permita una posibilidad de autogestión. Incluso, en el quichua no existe la palabra pobreza, la
palabra más aproximada podría ser “huaqchi”, que quiere decir huérfano. Entonces solamente
la gente que está afuera o excluida de la comunidad es una persona solitaria.
Otra palabra que nos muestra la diferencia de las concepciones entre el mundo indígena y el
llamado occidental o capitalista es el término “mercado”. Este es un concepto importante dentro
de la economía que es el espacio en el cual se dan los intercambios por medio de valores. En
luis 57, otavalo, indígena
cambio, en el mundo andino, el mercado como el acto de vender y comprar utiliza un mismo
término que es el de “rangue rangue” o “randina” que quiere decir “comprar” pero que quiere
decir “yo te doy, tú me das”, como un solo acto.
En la visión indígena el hombre no es la cúspide de la creación, es simplemente parte de la
creación, es más el hombre es un vínculo de relaciones.
Ahora, como el país contiene varias culturas, varias identidades, creo que es necesario
despojarse de los prejuicios y entrar en un proceso de relación de los sectores excluidos, para
esto sería ideal que cada sector tenga su propuesta. Debe haber un proceso de enriquecimiento
entre las diferentes identidades. Estamos viviendo un pleno proceso de inclusión, ejemplo
clarísimo de esto es cómo el pueblo indígena, en estos momentos, ya se ha convertido en actor
político, han recuperado el poder soberano que tenían o que deberían haber tenido. Es
importante que se haya perdido el miedo al poder. . A los que les hace falta integrarse son los
mestizos y no a los indígenas. Los mestizos también tienen su bagaje cultural, histórico, pero
creo que les hace falta conocer y valorarse más a ellos mismos, sobre lo que ellos mismos son.
Deben estar concientes de todo lo que constituye su identidad. La visión mestiza está más
vinculada a lo que es la tradición occidental y se ha hecho muy poco esfuerzo por conocer su
otra parte, por conocer todos sus componentes. Esto se explica por los prejuicios sociales,
niveles de racismo y de agresión que faltan ser apaciguados.
En el Ecuador los que proponen el impulsar un proyecto basado en la interculturalidad,
proponen una relación sin prejuicios, de saberes, de conocimientos, en general, de
enriquecimiento cultural, estamos así iniciando un proceso de apertura colectiva y por ende en
un camino de madurez personal.
luis 57, otavalo, indígena
“construir los sueños es lo que va haciendo a un país”
Lo más interesante no es ser ecuatoriano de nacimiento sino el haber vivido en esta tierra, en
esta historia, en este transitar. Este transitar ha sido, pese a los sin sabores que siempre da la
vida, muy grato porque aquí se han construido los sueños y el construir los sueños es lo que va
haciendo a un país. Este país ha sido un estímulo para la realización de mis sueños, este es un
país mágico, con una fuerza telúrica y cósmica única. Todos los que nacemos y nos criamos aquí
tenemos dentro ese centro de la tierra muy clavado en el corazón, porque nos hace únicos y
abiertos al universo. Es por eso que somos gente abierta a recibir lo universal pero sin perder lo
nuestro. Estamos ligados a algo de lo cual no somos concientes, pero que lo traemos en la
memoria colectiva desde hace muchos miles de años. Este “algo” es la conjunción entre una
historia particular y una tierra única que es volcánica, selvática, llena de culturas milenarias.
Entonces el Ecuador es un país al que se lo siente caminar, que camina por debajo de la tierra
viva y que en determinados momentos aflora, aflora a través de los volcanes, o de las
insurrecciones, o del arte, es decir, aflora a través de las expresiones más profundas y más
bellas de su gente y de su pueblo.
Somos un país subterráneo que emerge cada cierto tiempo para cubrirnos a todos de orgullo.
Sí existe un “nosotros” en el Ecuador, sus rasgos se pueden ver en el hecho de vivir en una
misma geografía concentrada, el mar, la sierra y la amazonía están muy cerca, están al alcance.
Entonces esta concentración geográfica nos hace a los ecuatorianos concentrados
interiormente; somos como una especie de síntesis entre lo telúrico y lo humano.
El Ecuador es un país aparentemente manso, igual que los volcanes, pero que de pronto estalla,
esto se puede constatar a lo largo de la historia. Somos un territorio “imán”, y digo territorio en
ves de país porque el país posee una connotación política arbitraria impuesta con límites
precisos que no siempre corresponde a la vivencia cultural y profunda de un pueblo. El Ecuador
es un pueblo tranquilo que aguanta hasta un punto, ese punto explota cuando siente que su
esencia es vulnerada de alguna manera. No somos un país que responda estrictamente a las
agresiones económicas, también lo hace con las agresiones culturales, telúricas y profundas.
El ecuatoriano es una persona que sabe vivir con gente diferente, cuando hay prejuicios es de
lado y lado, en todo caso nunca pensamos en matar o eliminar al otro. Creo que también es
como una cuerda de guitarra a punto de romperse y no por ser una persona sentimental sino
que se quiebra por ser extremadamente sensible, por eso somos un pueblo de artistas. Esto
quiere decir que el ecuatoriano se quiebra pero para bien, hay pueblos que se quiebran hacia el
lado violento, nosotros, en cambio, nos quebramos hacia la sensibilidad. Una cosa importante
del ecuatoriano es que tiene mucho humor, nos sabemos reír de nuestras flaquezas y de
fernando 56, quiteño, titiritero
nuestras tristezas, un pueblo que se sabe reír de sí mismo es un pueblo muy sano porque sabe
encontrar el camino para solucionar sus problemas.
En este sentido pienso que este país tiene un sin fin de potencialidades pero que muchas veces
tiene que re encontrarlas debido a que todo el tiempo le tratan de esquematizar y de uniformar.
Refiriéndonos a los niños creo que todos los niños del mundo tienen la capacidad del asombro,
sin embargo el niño ecuatoriano es muy rápido para captar las cosas, es muy inquieto, a
diferencia del niño europeo que proviene de una escuela rígida cartesiana. Lo malo es que la
pobreza le ha quitado al niño ecuatoriano la capacidad de soñar, antes soñaban con ser
doctores, ahora máximo aspiran a ser conductores de un bus.
Sobre los jóvenes yo creo que no son ellos los que va a cambiar al país, al contrario pienso
escribir un folleto titulado “El país que los jóvenes jodieron” porque los grandes hechos nefastos
de nuestra historia fueron hechos por jóvenes. Las grandes hazañas de nuestra historia fueron
hechas por un Bolívar maduro y por un Eloy Alfaro ya viejo.
Creo que el Ecuador es un país “calladito” que hace mucho, tal vez por eso los países que
hablan mucho y que no hacen nada nos ven como tímidos, inseguros o serviciales.
Para lograr construir un verdadero sentido de pertenencia, como elemento fundamental en la
construcción de una identidad, considero que debemos retomar la profundidad que siempre
hemos tenido, lamentablemente cada día nos hacemos más superficiales y esto nos hace
perder nuestras esencias, raíces y parámetros, entonces empezamos a desconocer lo que
hemos sido para intentar ser lo que nunca hemos sido y lo que nunca podremos ser. Por esto lo
que hace falta es una gran interiorización de la gente para rescatar lo propio, lo nuestro. Para
esto hay que empezar a dialogar para dejar de ser tan sectarios y para integrar a un todo la gran
diversidad que tenemos en formas y pensamientos, pues somos uno y somos múltiples
fernando 56, quiteño, titiritero
“La identidad del ecuatoriano se ve a través de sus características”
La palabra identidad es muy importante, yo empiezo desde la identidad familiar: mis ancestros,
la gente con la cual me identifico, las historias, las costumbres, las raíces; todo esto es
fundamental para que una persona pueda desarrollarse.
Es importante, como seres del ayer, saber de dónde venimos, cómo surgimos, y de todo aquello
que influenció en nuestro que hacer. Yo me identifico con tres cosas: Mi familia, mi pueblo
ecuatoriano (sin hacer nunca diferencia entre regiones) y con la solidaridad de mi país luego de
la muerte del Ex presidente del Ecuador, mi hermano Jaime Roldós y de su esposa Marta.
La palabra identidad es muy cargada, tiene afectos, angustias, esperanza y esfuerzo. Esta
palabra me da la imagen de lo que es mi país: el de ayer, el del presente y del que debe seguir
cambiando en un futuro. La existencia de la identidad del ecuatoriano es un hecho, esto lo
podemos ver a través de sus características: el ecuatoriano es solidario, muy humano,
apasionado por la lucha espiritual, previsivo (según la región somos más o menos previsivos),
sincero y apegado a lo suyo (un ejemplo es el emigrante, ya que él conserva sus costumbres y
tradiciones)2. Todo esto ha influenciado en nuestra formación como pueblo.
El ecuatoriano es bueno, en su infinidad y en su “yo” es un ser solidario. Lo importante es saber
cómo llegar a él, es decir, la forma de la palabra y de convencimiento. El orgullo de “ser
ecuatoriano” depende de cómo se tenga desarrollada la autoestima de cada uno. A veces falta
salir del país para darse cuenta que en el Ecuador no somos indiferentes, a pesar de ser
diferentes somos solidarios.
Además, el ecuatoriano no es ignorante, en el sentido de que cada grupo tiene sus lecturas, y de
acuerdo a esto la gente es muy sabia.
En lo negativo podemos ver que en el Ecuador todavía hay vestigios de racismo, regionalismo y
de machismo. Por más que las leyes digan una cosa y que se declare la igualdad de derechos
sigue habiendo complicaciones e incumplimientos. Sin embargo, se está luchando a favor de la
igualdad y en contra de los vestigios de algunas clases que consideran que el color de la piel es
la que abre los espacios. Hay que luchar por la igualdad de hombres y mujeres y siempre pienso
que uno debe ser portavoz de aquel, que por distintas circunstancias, no tiene voz.
2 Lo “suyo” es el conjunto de sus costumbres como la comida, el amor a su tierra, su vestimenta, su forma de elaborar su vestimenta y sus
cosas y la palabra de nuestros pensadores.
mariana , 57, guayaquileña, educadora
“No hay la menor duda … el ecuatoriano tiene identidad”
(…) pues la percibe, la siente y la vive. La vive con tanta intensidad que aún cuando migra la
sigue viviendo. El ecuatoriano es un caso rarísimo de emigrante que no rompe jamás lazos con
su origen. Esto se explica en función de la existencia real de una identidad que se llama
“Ecuador”.
El Ecuador no es, históricamente, un lugar que haya tenido las mejores oportunidades de
destacar en medio del ámbito geopolítico al que pertenece, América Latina, tampoco ha sido un
país con enormes dramas, ni vivencias, ni con estruendos, más bien ha sido un país
espontáneamente natural e irremediablemente sereno; esto no es casualidad, sino resultado de
una serie de circunstancias geográficas, orográficas, culturales y psicosociales.
Todo el análisis sobre América Latina es absolutamente equivocado por parte de sociólogos,
analistas, etc., pues siempre hablan de América Latina como un continente joven cuando es lo
contrario, somos antiguos, poseemos culturas ancestrales. Geográficamente sí somos más
jóvenes que otros continentes, pero América Latina no nació cuando los europeos llegaron acá.
Más bien cuando ellos llegaron se encontraron con maneras de actuar y maneras de ser
culturales y ancestrales ya establecidas. Por la razón que sea la cultura de los extranjeros se
mezcló con la nuestra y generó lo que hoy es la esencia humana de América Latina, el mestizaje.
Nuestra mezcla cultural y humana fue suave y espontánea, de ninguna manera fue el mismo
choque cultural que se suscitó en la Europa medieval con la presencia de los Bárbaros o el caso
del Imperio Romano en donde fueron salvajes y violentos, en cambio aquí se dio una mezcla
suave; los españoles ni siquiera trajeron mujeres, tenían que encontrarlas acá. América fue el
continente que nació de una necesidad biológica. Por medio del estudio real de la historia
podemos darnos cuenta, entonces que América Latina no es ni un continente joven ni producto
de la violencia. De lo que sí todos los países de América Latina son víctimas históricas, es del
feudalismo español. Hasta ahora, en la política, tenemos esta herencia. América Latina no salió
del feudalismo. Este es el gran drama que tratamos de enfocar y remediar con enfoques
distintos a los reales y con remedios peores que la enfermedad. Entonces el Ecuador es parte
de eso.
El Ecuador es el país, de entre los otros países cercanos, con geografía más generosa y más
complementaria, la geografía le impone al ecuatoriano a vivir en armonía. Todos necesitamos de
todo lo que nos rodea, es una diversidad que une. Aún viéndolo pesimistamente, aunque este
no es
mi pensamiento, este es como un mal matrimonio, que lo reconocemos malo pero hay que
mantenerlo, nos necesitamos mutuamente. En el caso optimista, nosotros nos necesitamos
mutuamente, así ha sido siempre, en todos los periodos históricos del Ecuador, desde 1830
cuando se organizó la República por parte de unos pequeños aldeanos de la parte alta de los
andes y algunos inspirados de lo que era el puerto de Guayaquil.
edgar 57, quiteño, abogado
Ecuador es un país que tiene 3 regiones, aparte de la insular, que son muy características y
diferenciadas, poseedoras de una tipología humana peculiar. No hablemos de la característica
humana de la amazonía porque ahí hay la presencia del nuevo emigrante por lo cual es un
fenómeno todavía muy nuevo; pero Costa y Sierra sí son dos regiones de una identidad cultural
peculiar y complementaria. El costeño es irremediablemente caribe, actúa igual que la gente de
ese medio, como el panameño o el colombiano de la costa; mientras que el habitante de la
altura es andino, con orígenes incas, araucanos y de las culturas montañesas anteriores a la
venida de los españoles. No hay manera de cambiar esto, eso es así, es muy fuerte, Dios
mediante hay una complementariedad necesaria.
El ecuatoriano es un ser humano de buen instinto en el que no se han desarrollado, Dios
mediante, la necesidad de pasiones torrenciales, además es un buen trabajador, porque
cuando puede no trabajar no lo hace, pero es apreciado cuando emigra como buen trabajador:
un tipo hábil, cooperador y de bajo perfil. También tiene un fuerte instinto familiar. En lo
negativo el ecuatoriano es muy desconfiado, pues ha recibido muchos palos y eso le hace
tender a encerrarse en sí mismo, también es muy individualista, desconfía de todo sistema
organizativo que trabaje por él o lo represente; él va por su suerte, pero cuando se le muestra
que se puede confiar en otros coopera con tanta intensidad como lo hace con su individualidad.
El ecuatoriano también tiene un fatalismo, que es la convicción de que hay cosas ya
irremediables, que las detesta probablemente, pero de las que no puede salir; sin embargo si se
le despierta a este ser humano y se le hace notar que sí puede salir de ahí, ve la luz y por ahí
sale. Esa es la razón por la cual los líderes son tan indispensables en este tipo de sociedad.
A este país le falta salir para venderse, mostrar su riqueza, en todo sentido, al mundo exterior.
Tenemos un mundo ancho y ajeno todavía por delante…
edgar 57, quiteño, abogado
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